Ya
sé que pretendés otra cosa, siempre pasa, los hombres me rechazan
por las mismas razones.
No
puedo tocarte, murmurar cosas obscenas en tu oído, no puedo
desvestirte ni montarte, no puedo ser la madre de tus hijos.
Mis
tetas son frías y cuando acabás la leche se derrama entre mis
piernas y mis ojos miran al vacío.
No
creas que no tengo fantasías, tal vez sean tan sencillas como
morderte o acariciarte el pelo. Pero te ruego que veas lo positivo de
nuestra relación, jamás me niego a nada, y nunca te contaré mis
problemas o frustraciones, jamás te pediré dinero, ropa o un
apartamento. No llamaré a tu mujer para enterarla de lo nuestro, tus
hijos no tendrán madrastra, ni hablarán mal de nosotros los
vecinos, no tendrás que llevarme al analista, y lo más importante:
jamás te dirán cornudo.
Lo
único que te pido es que esta noche me dejes dormir a tu lado y que
me abraces, no quiero que me desinfles como siempre, y me guardes en
el cajón del armario.
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