ERÓTICOS y AFINES


En este blog encontrarán una guarida, que es mía, y de todos. Un lugar donde se refugian la escritura -particularmente la erótica- y aquellas palabras que resurgen, resuenan, y se encadenan hacia otros rumbos.

“Un escritor tiene que saber mentir”

Emilio Rodrigué

9 de mayo de 2012

CÓMO TE DIGO





La prostituta madre que te trajo al mundo. Y el imbécil de tu padre que dejó que traspasara una gota de su esperma. De ahí venís. De ese polvo que fue, y ahora es tierra. Arena. Nada. Abandonado en una gruta luego del efímero placer. Treinta segundos sublimes. Treinta segundos que no dicen de vos más que un nombre perdido entre tantos. Perdidos en la ciudad. Confundiéndose con Otros que se parecen pero son distintos. Porque provienen de otros polvos instantáneos. Búsquedas o descuidos. Amores y terrores.
Cómo te digo. Cómo te hago notar que no valés nada. Y que además sea con astucia. Para destruirte. Para devolverte la estocada epicúrea que me diste. Sí. Venganza sería la palabra. Ahora. Mañana. Pasado ya será tarde. Porque estarás frío entre mis tinieblas. Que ya no serán tales. Y habrás dejado de ser un ángel caído con el tiempo.
Cómo te digo que me robaste. Y que yo dejé que me estafaras. Aquello que todos veían y que te ocupaste de derrumbar así, sin más. Sin darme nada. Y yo quería esa nada. Porque era tuya. Y me complacía.
Cómo destruirte sin que te des cuenta. En la distancia. Desde este paraíso que he podido construir gracias a tu desprecio. Dejando de soñar con lo imposible.
Cómo rogar que aparezcas convertido en otro. Y que vos no seas. Y que nunca pueda compararte. Porque ya no voy a comprar nada parecido. Eliminar tu número telefónico, tu cédula, tu aire. Abortar aquellos treinta segundos en que dos te dieron vida. Para que un día te cruzaras con la mía, por gusto, por azar, por desgracia. Y que juntáramos las ganas. El dolor. La ira. Y nos habláramos por horas. Donde yo te consolaba. Donde vos hablabas solo, sin escucharme.
Cómo hacer para que la dicha llegue sin remedios. Sin parches en los pies que ya me duelen tanto por haberte sostenido en mis espaldas. Sacarme tu piel como una camisa y deshecharla en el contenedor sin reciclarla. Salir a comprar botones nuevos para desabrochármelos con Otro. Y que quiera desnudarme sin prejuicios. Sin usarme.
Cómo dejar de perder el tiempo que me queda y es muy corto, en apagar la luz de tu farolito embalsamado. Quitar tus cuadros de las paredes interiores. Pintar de nuevo sin derrumbar la casa. Porque la casa tenía olor a tu perfume. Baratija insomne. Pulcritud hipócrita con calzoncillos gastados que yo supe coser. Horno sin pan. Boca sin dientes. Lengua para besar a nadie.
Decime cómo hacer. Por una vez. Sólo una vez. Para matarte.


1 comentario:

  1. Me rompería las manos aplaudiendo si vos escucharais mis aplausos. Un texto impresionante, inimitable.

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